JORGE: Como flores de cerezo en un invierno en el bosque de Aokigahara, que no sé si tiene cerezos, pero creo que no, este Japomés toca a su fin y cierra sus pétalos con una despedida que parece más una introducción, pero mira, es lo que hay. Total, que volvemos por última vez con un grupo extraño, ecléctico, principalmente instrumental, con canciones que ocupan el disco completo, y un nombre que no me queda del todo claro cómo es. Esto es Boris at Last: Feedbacker, de los tokiotas noiserockeros Boris.
ÁLVARO: Esta será una crítica divertida, en la que diseccionaremos lo que es un clásico que hemos dado en llamar... ah, si ya has dicho como se llama. Es que no te leo, por eso a veces repito cosas. En fin, Boris no es solo el tertuliano salidorro de Crónicas Marcianas (bueno, era, que ya ha llovido), o aquel primer ministro ruso con tanto pelazo, si no también una banda, un power trío japonés, que pese a no gozar de la misma fama en su patria que otros de los que aquí hemos reseñado, son quizá los más respetados fuera de sus fronteras. Lo suyo es el drone, un género muy underground en más de un sentido: suena como si viniera del centro de la tierra, como una masa de magma que se desliza lentamente. Pero no es tiempo de ponerse poéticos.