miércoles, 16 de agosto de 2017

Pink Floyd - The Piper at the Gates of Dawn (1967)



JORGE: Hubo una época en la que existió Pink Floyd, pero el rock progresivo aún no se había inventado. Lo que sucedió a continuación te sorprenderá.

ÁLVARO: No, no nos hemos vuelto clickbait. O sí, quién sabe. El caso es que había una vez una pandilla de ingleses con mucho tiempo libre que decidió dedicarse a expandir los horizontes musicales por todos los medios posibles. Estos muchachos, conocidos como Pink Floyd, estaban liderados por Syd Barrett, un niño en cuerpo de adulto con una extraña fascinación por los cuentos infantiles, las hadas, y los alucinógenos fuertes. Y esos muchachos son, a la sazón, los protagonistas de nuestra historia.

J: Una historia que pronto le pasaría factura, tengo entendido, a nuestros muchachos. The Piper at the Gates of Dawn sería el único disco de la banda en que participaría Syd Barrett, de manera omnipresente (como participante en la composición y como escritor de todos los temas, a excepción del extraño hasta para los parámetros de este disco “Take Thy Stethoscope and Walk”). Barrett tendría problemas con las drogas, se iría de la banda y terminaría por recluirse, aunque su sombra sobrevoló bastante la carrera del grupo. Pero volviendo a este trabajo… ¿Qué nos encontramos aquí, señor Álvaro?

A: Encontramos rock psicodélico muy inglés, porque Barrett no se corta a la hora de sonar como un caballero de lo más británico, pronunciando las erres como si le fuera la vida en ello, en una época en la que todos intentaban emular a los americanos. En general los temas se debaten entre el pop de taza de té y psicotrópicos, que tan bien le había funcionado a la banda en sus primeros años (“Arnold Layne” y “See Emily Play” habían llegado alto en las listas), y el rock espacial con guitarras futuristas. En general, lo que encontramos es droga. Y en cantidades.

J: Tanto es así que yo muy pronto me di por vencido a la hora de intentar encontrarle sentido a lo que decían los temas, o a la coherencia estilística del disco, que se abre con la psicodelia espacial de “Astronomy Domine” y sigue con un “Lucifer Sam” que bien podría ser la sintonía de cualquier serie cutre de espías de aquellos años. Y en cuanto a las letras… quiero fijarme en la única que nos deja Waters, así, a modo de ejemplo: 

“Doctor doctor!
I'm in bed
Achin' head
Gold is lead
Choke on bread
Underfed
Gold is lead
Jesus bled
Pain is red
Are goon
Grow go
Greasy spoon
You swoon
June bloom”

Y sigue.

“Music seems to help the pain
Seems to cultivate the brain.
Doctor kindly tell your wife that
I'm alive - flowers thrive - realize - realize
Realize.”

Me lo explique alguien, por favor.

A: Buena manera de rellenar espacio, poner la letra entera de la cosa esta.

J: Es que no me apetece escribir.

A: Lo veo comprensible. Bien, más allá de “Take Up Thy Stethoscope and Walk”, tenemos que la fascinación de Barrett por esas cosas infantiles llega a temas como “Matilda Mother”, donde recuerda las historias para dormir de su madre, o algo por el estilo, o “Bike”, donde habla de bicicletas y ratones que se llaman Gerald por el motivo que sea. La música acompaña estas experiencias con órganos disonantes, guitarras estridentes y sonidos galácticos. “Flaming” es como un carnaval en el infierno, y la canción donde la relación con las drogas y los unicornios parece más obvia. En general, es un disco muy carrolliano, que no sé si esa palabra existe, pero me parece muy válida.

J: Exista o no, define a la perfección lo que supone esto, entre la alucinación bucólica y la locura desgarrada. Creo que ese poco sentido que parece tener todo es a la vez un punto a favor y una lacra del disco; por ejemplo, “Bike” se me antoja una canción terriblemente infantil en su letra, en un sentido literal, y en un sentido de que resulta insultantemente… boba. Por otra parte, los casi diez minutos de esa orgía en el universo que es “Interstellar Overdrive”, quizás el tema más recordado del disco (o quizás no, yo que sé lo que recuerda la gente, ellos sabrán), me resultan una delicia de la primera nota a la última, y demuestran con creces todo el virtuosismo de (sic) los miembros de Waters, Wright, Mason y el ya mentado Barrett.

A: No sabía que tocaban con sus miembros, pero eso explicaría bastantes cosas. 

J: Es una errata, maldita sea.

A: Cómo se nota que queremos gastar papel, y eso que esto es virtual y tal. A mi el disco me parece bastante cargante, y ni siquiera la famosa “Interstellar Overdrive” me hace recuperarme de mi sopor, aunque he de reconocer la gran habilidad de Barrett a la guitarra, que me recuerda a algunos grupos del punk más aventurero como The Fall o The Pop Group. En realidad mis favoritas son probablemente “Bike”, pese a ese final tan extraño (tanto por la última estrofa como por los cacofónicos efectos) y “Chapter 24”, una especie de mezcolanza innecesaria de filosofía oriental y numerología. Entre las canciones que no hemos mencionado todavía están “The Gnome”, cuyo talante se puede adivinar por el título, y la misteriosamente titulada “Pow R. Toc H.”, que es como si te abandonan en la jungla y te atacan unos pigmeos, o algo así. O "Scarecrow", sobre un espantapájaros que está triste, pero contento. No sé si hay cohesión o no, en este disco, pero no añadiría ninguna canción a mis favoritas, precisamente.

J: “The Gnome” es un poco como “The Ballad of Bilbo Baggins” si la tocara Pink Floyd. Que, obviamente, eran mucho mejores músicos que Leonard Nimoy… Pero no deja de ser la puta balada de Bilbo Bolsón. Por lo demás, estoy bastante de acuerdo. Falta cohesión, el disco es bastante cargante y, para mí, solo podría entrar entre mis canciones queridas del grupo “Interstellar Overdrive”. Y digo podría, porque tampoco es que sea el epítome del disfrute. Igual nos estamos pasando, pero que se aguanten, que son mayorcitos. Y/o están muertos.

A: Y es que poco más se puede decir del disco, salvo que te guste, supongo. Es una colección de once canciones que son como ensoñaciones post-colocón, con poco sentido aunque con un poder sónico notorio, pero que han envejecido horrorosamente mal por muy innovadoras que pudieran ser cincuenta años ha, que ya son años. El verano del amor ya acabó hace tiempo, y aunque este disco es un documento histórico notable de una banda mítica, y más aún del mártir más famoso del rock, el diamante loco Syd Barrett, pues es para escucharlo un par de veces y enmarcarlo. Que es una pregunta interesante, ¿qué hubiera sido de Pink Floyd si Syd hubiera seguido al frente y en sus cabales?

J: Da para ucronía, la verdad. Del resto de integrantes hay trazas de lo que serían luego, claro, pero tampoco diría que era fácil ver por dónde iban a tirar: si no supiera nada del grupo y me dijeran que el mismo que firmó “The Gnome” estuvo detrás del The Wall, pues me costaría bastante creerlo. Así que podría haber sido un rumbo muy interesante… que por otra parte, me alegro de que no se explorara, viendo que lo que vendría tras Barrett sería muy superior a lo que hubo con él. ¿Le hundirás mucho en la nota, pues?

A: No tanto como cabría esperar, porque ya digo que como elemento de museo es muy valioso, y que pese a que no me llame demasiado la atención, hay ideas interesantes y una originalidad desmesurada. Igual ese es el problema, que no había nadie que le dijera a Barrett que a la gente se la sudaba su gato siamés. Así que le doy un mero 21, un 7, que no está mal. Pero no creo que lo vaya a escuchar por voluntad propia en mucho tiempo.

J: Pues yo estoy en líneas similares. Le doy un 7’5 porque a nivel de ejecución me parece fantástico, pero se me hace cargante a más no poder. Para un rato, una vez, y a reposar en el cajón una larga temporada.

A: Qué bien dicho. ¿Y ahora qué? ¿AHORA QUÉ?

J: Ahora a bailar. O no, no lo sé. Me da igual, la verdad. Ahora deberíamos cerrar esto. Supongo. 

A: Esperemos que les haya gustado nuestra valoración del disco, y si no, pues nada, otro día habrá más suerte. Volvemos la semana que viene, y no se olviden de que nos fumigan para controlarnos la mente.

J: Vivan los chemtrails, cojones ya.

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1 comentario:

  1. Muy byena crítica! La verdad es que mi favorita es ''Chapter 24''. Creo que solo lo he escuchado dos veces este disco y siempre me ha gustado mucho, yo no dejaría que pasase una temporada, es mas, yo lo escucharia por voluntad propia, que cojones, es un disco muy bueno, me encanta. He dicho.

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