El veranó terminó, el estudio comenzó y la vida se volvió pedante y soporífera. Pero el calor no cesa, eh. Tenemos unos "agradables" 30 ºC en la capital y la brisa brilla por su ausencia. Y en este completo estado de cuasi locura, ¿qué mejor que traer el análisis de una obra tan loca como genial?
El señor barbudo y con anteojos que veis en la foto es Georges Bizet (1838-1875), un hombre que en su corta vida halló el éxito en la música tarde y mal gracias a su genial ópera Carmen. Y gracias tuvo que dar. Su legado como músico romántico no puede considerarse muy bueno, pues no creó escuela ni tuvo discípulos a su cargo. A lo largo de su trayectoria siempre se le consideró como una gran promesa que nunca encontraría la senda del triunfo, y muchas de sus obras cayeron en saco roto. Una de ellas fue una pareja de suites de música incidental (hecha para acompañar una obra teatral) de la obra L'Arlésienne (La chica de Arlés en castellanoparlante), del escritor francés Alphonse Daudet. Fue una obra tardía y, al igual que casi todo el resto de su repertorio, olvidada y poco valorada. Y lo cierto es que, sacando conclusiones, no es una música demasiado sorprendente y novedosa. Está hecha puramente para el acompañamiento teatral, como podremos ir observando a lo largo de la reseña. No obstante, sí que podemos encontrar en ella ese talento escondido y tan poco reconocido del compositor parisino, con pasajes cautivadores y muy bellos, aunque lejos de la grandeza de otras obras de su tiempo. Y teniendo que elegir entre las dos suites a la hora de publicar, he escogido la segunda. ¿Por qué? Vamos a averiguarlo.